martes, 31 de agosto de 2010

Cpto de España de Triatlón 2010

El pasado fin de semana tuvo lugar en la localidad almeriense de Pulpí la gran cita anual del triatlón: el Campeonato de España, que este año aunaba los correspondientes a las categorías cadete, junior, paratriatlón, GGEE, sub-23 y élite y que congregó a más de 1200 triatletas. Ecosport, cómo no, estuvo presente y bien representado, siendo además el club con mayor número de participantes en GGEE. 


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Las competiciones comenzaron el sábado a las 15h bajo un sol abrasador y una altísima humedad, con la competición cadete en la que tanto Irene Díez (30º) como Alex Varas (12º) superaron los nervios de su primer campeonato de España y realizaron unas grandes carreras que auguran un gran futuro triatlético. 


Poco después llegó el turno de los paratriatletas, ejemplos todos ellos de lucha y de superación, en la que nuestro Cesítar brilló con luz propia y se alzó con la 4ª posición de la general y con el oro en su categoría… ¡campeón de España!. 


Tras un retraso producido por un problema con las boyas, llegó el turno de los GGEE, que salieron en diferentes tandas y en las que se podían ver tritrajes ecosportianos por doquier. De todas las actuaciones de nuestros chicos y chicas, que fueron todas buenas, destacamos el 30º puesto de Jorge Cueto en 25-29M, el 14º de Sergio Moreno en 30-34M, el 10º de Hugo Écija y 22º de Raúl del Cerro en 35-39M, el 30º de Martin Henkel en 40-44M, el 12º de Patrick Mocquard en 50-54M por parte de nuestros chicos y el 11º de Clara Serrano, 15º de Patri y 16º de Sara Caraballo en 20-24F que nos valieron el subcampeonato femenino sub-23 por equipos y la plata de Inma Megino en 35-39F. ¡¡Enhorabuena a todos!!. 


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La jornada del domingo la abrieron a las 9 de la mañana los junior, con 6 representantes ecosportianos en categoría masculina que se alzaron con la 13º plaza en la clasificación por clubes. ¡Enhorabuena! 


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Poco después, llegaba el turno de la Élite, primero con la carrera femenina, en la que Esther Leal logró cruzar la meta en 21º posición y, después, con la salida masculina, que por primera vez contaba con 4 participantes ecosportianos: Guille, que salió muy bien colocado del agua y rodaba en el primer grupo de bici, rodeado de internacionales y a la caza del trío formado por Noya, Ruanova y Reig, cuando tuvo una caída en bici que, afortunadamente, no ha tenido consecuencias graves pero que le impidió terminar, aunque el carrerón que estaba haciendo le hace merecedor del más alto de nuestros orgullos; Cavieres, que tampoco tuvo suerte y, una vez ya en un buen grupo de bici, pinchó su rueda y tuvo que abandonar; Mounir, que finalizó en 69ª posición por delante de grandes nombres del triatlón español y que le valió además el 11º puesto de sub-23; y Fernando Martín, que también finalizó su primer Cpto. de España Élite en 81ª posición y 16º sub-23. ¡¡Enhorabuena a todos!!!   


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Fotos: Arturo Cánovas e Inmaculada Megino. Más fotos en nuestro álbum.

viernes, 6 de agosto de 2010

Crónica del Cruce del Estrecho (por Chema)

CRÓNICA DEL CRUCE A NADO DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR

Yoryú, Josito, Gordo y Chema

(23 de Julio de 2010)

El cruce a nado del Estrecho de Gibraltar no una competición; no hay dorsales, clasificaciones, y si se realiza en grupo no hay competencia entre los nadadores. Es sencillamente un reto personal, y de los más apasionantes que pueda proponerse un deportista: cruzar el Estrecho de Gibraltar a nado, desde la Isla de Tarifa, en España, hasta la costa de Marruecos. Si se realiza en grupo es un momento para demostrar lo que es el trabajo en equipo, donde las dificultades se vencen entre todos y el éxito común es el éxito de cada uno y viceversa.


Para organizar el cruce la referencia es la Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG), que preside Rafael Gutiérrez Mesa, Rafa, de Salvamento Marítimo de Tarifa. Él es quien se encarga de preparar y coordinar el cruce: obtener los permisos necesarios de las autoridades marítimas españolas y marroquíes, regular el tráfico de buques (estableciendo una zona de seguridad de media milla náutica alrededor del nadador), es quien decide el día y la hora idóneos para que el intento del cruce llegue e feliz término y coordina la labor de apoyo al nadador. El dispositivo de seguimiento y seguridad consiste en una lancha, que en nuestro caso llevaría Jesús, y un barco de apoyo, con el patrón Chano al mando, que guían en todo momento al nadador por la ruta que permita compensar e incluso aprovechar las fuertes corrientes y vientos que existen en la zona; la trayectoria del nadador es ploteada tanto en la carta náutica del barco de apoyo como en las pantallas de radar del MRCC Tarifa, lo cual puede llevar en cualquier momento a variar el rumbo del nadador si éste se apartara de las previsiones.


La distancia mas corta del Estrecho de Gibraltar es desde la Punta de Oliveros (España) hasta Punta Cires (Marruecos) con una distancia de 7.8 millas (14.4 Kilómetros) aunque, por las características del cruce, no es la travesía más idónea para el nadador. La mayoría de los intentos se realizan desde la Isla de Tarifa hasta las proximidades de Punta Cires, teniendo que nadar entre 10 a 12 millas náuticas ( 18.5 a 22 Km.) debido a la influencia de las fuertes corrientes que imperan en el Estrecho.


El factor fundamental que ha tenerse en cuenta en la travesía son las corrientes que en algún momento del cruce puede alcanzar más de 3 nudos (5.5 Km./h) procurándose siempre que dicho momento coincida con la parte final de la travesía y de ese modo ayuden al nadador a ganar la costa marroquí aumentando considerablemente la velocidad de avance. Las corrientes en el Estrecho son generalmente de dirección Este ya que predomina la influencia que tiene el aporte de agua desde el Atlántico al Mediterráneo por la alta evaporación de éste ante las propias corrientes por diferencia de mareas. Estos factores, así como la especial orografía de la zona, hacen que a lo largo de la travesía nos encontremos con corrientes de diferentes intensidades y sentido así como diferentes temperaturas y/o salinidad.


Generalmente la hora elegida para el cruce es dos o tres horas antes de la Pleamar y a ser posible con un coeficiente de marea medio, aunque esto no significa que la travesía no pueda realizarse en cualquier condición de hora y corrientes dependiendo de las características deportivas del nadador y disponibilidad del tiempo de estancia en la zona. A la hora elegida para la salida normalmente nos vamos a encontrar con una contracorriente de dirección oeste pegada a la costa que debe de ser aprovechada por el nadador para ganar distancia hacia poniente. Conforme se acerca la hora de la pleamar la corriente prácticamente se anula y es a partir de una hora después de la pleamar cuando esta va incrementando su intensidad con dirección Este, momento en el cual el nadador debe de situarse en mitad de la travesía y en una demora sur de la isla de Tarifa para ir terminando la travesía ayudado por la fuerte corriente de la franja sur del Estrecho. Otra opción es empezar el cruce con corriente favorable hacia el Este y al cabo de dos horas, cuando se acerca la hora de la pleamar en la que la corriente prácticamente se anula, nadar en dirección sur hasta alcanzar la costa marroquí.


Los problemas que pueden encontrarse los nadadores son variados e imprevisibles: hipotermia, cambio repentino de las condiciones meteorológicas (niebla, aparición de viento de Levante o fuerte incremento en su intensidad), cambios imprevistos en las corrientes, el tráfico de buques, los vómitos, mareos y calambres debido al esfuerzo físico o a la ingestión de agua salada y que en algunos casos pudiera estar contaminada y el peligro que suponen los cetáceos (delfines, cachalotes, orcas, etc.) e incluso los tiburones.


Esto es la teoría. El caso es que cada cruce es una historia completamente diferente. Y ésta es el relato del cruce que el día 23 de julio de 2010 llevaron a cabo Jorge Estalella Carvajal (triatleta, Yoryú para los amigos), Juan Enrique Domínguez Gálatas (triatleta, Gordo para los amigos), Jose Antonio Peix Marco (nadador, Josito para los amigos) y José María López Sánchez (corredor y nadador, Chema para los amigos).


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Para Josito, Yoryú y Gordo se trata del primer cruce, pero Chema lleva dos y éste será el tercero. En el primero, que hizo junto con Antonio y Fernando, una corriente favorable durante toda la travesía, aunque con fuerte oleaje, les permitió realizar la que ahora es la tercera mejor marca: 2 horas y 38 minutos. En el segundo, con Javi, compañero de múltiples aventuras, las corrientes fueron débiles, para lo bueno y para lo malo, y el mar en calma como una balsa de aceite, y lo completaron en 4 horas y 34 minutos. En ambos casos llegaron a Punta Cires, después de una travesía de 16 km. Este cruce será una historia diferente, y esta es la razón de su atractivo.


Ha pasado un año desde que a Yoryú, Gordo y Chema se les ocurrió cruzar el Estrecho. Los primeros para vivir una nueva experiencia, y Chema, encantado de repetir. Josito se apuntó más tarde, pero como es nadador de aguas abiertas experimentado (ya hemos compartido la travesía de Lanzarote a Fuerteventura) y gran amigo, estuvimos encantados de que se incorporase al equipo.


Aunque la natación de larga distancia es una disciplina deportiva reservada a unos pocos deportistas con unas condiciones físicas excepcionales, con voluntad, constancia, y entrenamiento, es posible llegar a un estado de forma óptimo para afrontar el reto con garantías. Se trata de un deporte muy sacrificado, por el tiempo y la dedicación que requiere, y se practica en un medio hostil, al que hay que aprender a adaptarse y sentir como propio. La resistencia, la técnica, la capacidad mental, la fuerza, etc., se ganan brazada a brazada, y después de muchos kilómetros de entrenamiento, tanto en la piscina como en el mar o en pantanos.


Y volvemos a la semana del cruce, con el entrenamiento asimilado y todos los permisos concedidos sólo había que esperar al día en el que se dieran las condiciones meteorológicas adecuadas para intentar el cruce. Había que esperar a un día en el que el cambio de viento de poniente a levante diera un respiro y el mar estuviera en buenas condiciones para nadar. Las mareas determinarían la hora del cruce; siendo mejor a primera hora de la mañana porque el viento es menos fuerte.


Día 19 de julio. Las condiciones meteorológicas en el Estrecho de Gibraltar esta semana son de poniente con cambio de viento para el viernes 23 por la tarde. El pronóstico para la semana siguiente, en la que teníamos programado el cruce, es de viento fuerte de levante y sin visos de cambio en unos diez días.


Día 20 de julio. El pronóstico se confirma y no parece que podamos realizar el cruce en la fecha prevista, por lo que realizamos las gestiones con Rafa, de la Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG) para adelantarlo al viernes 23 por la mañana.


Día 21 de julio. Confirmamos la fecha y hora del cruce: El viernes 23 a las 9:30 hay que empezar a nadar. Quedamos todos a las 8:30 en el Puerto de Tarifa con Rafa. Gordo y Yoryú saldrán el 22 e irán en coche por la Vía de la Plata, pasando por Cáceres, y directos a Zahara de los Atunes, a 30 kilómetros de Tarifa, donde pasarán la noche. María Ángeles y Chema viajarán de Madrid a Fuengirola, donde se encontrarán con Josito que viene desde Valencia. Allí harán noche y al día siguiente, muy temprano, partirán para Tarifa, a unos 120 kilómetros.


Y así llegó el día elegido, el 23 de julio, con muchos nervios y ganas de empezar a nadar, y todo listo: neoprenos, gafas, gorros, avituallamiento, etc. Han sido muchos meses de entrenamiento y se acerca la hora del cruce.


En el barco guía irá el patrón Chano y en la barca de apoyo Jesús, designados por la Asociación y de reconocido prestigio en la localidad, que se convertirán, durante el tiempo que en que los nadadores estemos en el agua en parte comprometida de la prueba haciendo suyo, y con todo merecimiento, el éxito final. Durante la travesía Chano y Jesús no solo cuidarán del control de las embarcaciones sino que irán comprobando el correcto transcurrir de la prueba. Ellos corren a cargo de la vigilancia directa de los nadadores y darán la prueba por suspendida si determinan que existen riesgos para la integridad de algún nadador y las personas a su cargo en las embarcaciones. En la barca de apoyo, junto con Jesús, irá María Ángeles Estévez Corruchaga (triatleta, MAE para los amigos), que se encargará de los avituallamientos y de realizar el reportaje gráfico.


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El barco nos servirá, además, como referencia para mantener el rumbo de avance apropiado por lo que los nadadores deberán de estar en todo momento atento a su posición y a las indicaciones del patrón Chano. La otra embarcación que nos acompañará en todo momento se hallará en las proximidades del grupo de nadadores.


Son las 8:30 de la mañana y nos encontramos en el Puerto de Tarifa. Por un lado Yoryú y Gordo que pasaron la noche en Zahara de los Atunes y por otro María Ángeles, Josito y Chema que llegaron desde Fuengirola. Un desayuno rápido para los rezagados en un bar cercano y directos al puerto donde nos esperan Chano y Jesús. Rafa estará en control marítimo para seguir la travesía. También estaba por allí Fernando, nadador de Tarifa que acompañó a Chema en su primer cruce.


Nos ponemos los neoprenos y vaselina para evitar las rozaduras. Gordo, que ha decidido realizar la travesía sin neopreno, se unta una mezcla de vaselina y lanolina. La vaselina evita las rozaduras y la lanolina actúa de aislante térmico. Intento convencer a Gordo que se ponga el neopreno, sin éxito. Para aquellos nadadores que no tengan experiencia en aguas abiertas y además no dispongan de una capa de grasa en su cuerpo, y más aún cuando se trata del primer cruce, es recomendable usar traje de neopreno. Finalmente y por fortuna Gordo cambió de opinión, en cuanto tocó el agua que estaba a 17º.


Antes de partir en el barco que nos llevará a la Isla de Tarifa, Chano, Jesús y Rafa nos dan las últimas indicaciones. Aunque se trate del tercer cruce de Chema, atiende como uno más, aunque aportando su experiencia: Los avituallamientos deben ser cortos para evitar que la corriente lateral nos desplace y luego haya que corregir la trayectoria, lo que alargaría innecesariamente el cruce; hay que seguir siempre al barco de apoyo, que es el que marca el rumbo; y debemos permanecer juntos, al menos hasta que pasemos la zona de tráfico marítimo, momento en el que podremos dividirnos en dos grupos si hay diferencia en el ritmo. Nos deseamos mucha suerte, fundamental para que la travesía pueda realizarse con éxito y nos subimos al barco.


El barco nos traslada a la Isla de Tarifa desde la que iniciaremos el cruce. Gordo toca el agua y al comprobar lo fría que está y haciendo caso a Jesús que le indica desde la barca que acaba de medir la temperatura y que está a 17º decide ponerse el traje de neopreno en segundos.


Con el traje de neopreno, el gorro y las gafas puestos, vaselina en axilas y cuello para evitar rozaduras, nos echamos al agua y a nadar. Nadamos hacia la isla de Tarifa para tocar tierra, como establece la organización y porque el mar lo permite, ya que en caso de oleaje fuerte sería un riesgo.


Y comienza oficialmente el cruce, a las 9:34 de la mañana, hora local. La primera parte de la travesía el mar está tranquilo y nuestra cadencia de brazada indica un nado con ritmo suave para calentar bien y disfrutar. Nadábamos en sincronía perfecta, casi codo con codo. A la primera hora hacemos la primera parada para beber y comer: agua, bebida isotónica, plátanos y gominolas, y vuelta a nadar, no tardamos ni un minuto. Ahora sí incrementamos el ritmo, además hubo que sortear unas cuantas corrientes de las que afloran sin previo aviso en mitad del estrecho y hacen que el mar parezca una caldera hirviendo.


En todo momento íbamos pendientes de ver los delfines, tiburones, atunes, orcas, ballenas, cachalotes, calamares gigantes, pero no aparecían. Ni un boquerón. Aunque Yoryú en una de las paradas vio un atún que casi muerde a Josito y en uno de los vídeos, se ve algo detrás de Chema. No obstante, la sugestión sí nos hizo ver animales reales e irreales. Animales marinos no, pero barcos sí, y nos cruzaron unos cuantos; entre ellos un carguero que venía del nuevo puerto de Tánger y que, dicen Jesús y María Ángeles, nos pasó a escasos cien metros y provocó un oleaje que nos zarandeó arriba y abajo varios metros.


A los cincuenta minutos volvimos a parar, comimos y bebimos agua y enseguida continuamos la marcha para evitar la deriva de la corriente. Nos informa Chano que estamos en la mitad del Estrecho, aunque puntualiza que puede no ser la mitad del cruce. En este momento, todos pensamos lo mismo, aunque no dijimos nada: Tal y como suelen transcurrir, en teoría, los cruces, nos quedaba la parte más sencilla ya que es en este momento cuando la corriente favorable aparece y empuja a los nadadores hacia la costa marroquí. Si llevábamos una hora y cincuenta minutos, no era descabellado pensar en un tiempo final por debajo de las 3 horas y media, y que en caso de cansancio se iría como mucho a las cuatro horas. Erramos completamente, porque la supuesta corriente favorable nunca apareció y en su lugar hizo acto de presencia una corriente en contra que nos haría eternos los últimos tres kilómetros.


Las siguientes paradas las hicimos cada cincuenta minutos, poco a poco se distinguía la costa marroquí, no con el detalle que era deseable por la ausencia de la corriente favorable, y sin olvidar en todo momento que lo importante era seguir al barco de apoyo.


Desde aquí hasta el final, el cruce se hizo muy largo, pasaban los minutos y la costa no se acercaba. Tardamos en recorrer los últimos tres mil metros entre una hora y medio los primeros y una hora y tres cuartos los últimos. Media hora estuvimos nadando en el mismo punto y ya cerca del final, a mil metros de la costa, tardamos diez minutos en recorrer 300 metros. Además el mar estaba más encrespado y las olas eran molestas. Algún trago que otro de agua salada nos llevamos al buche.


Esta parte final nos dividimos en dos grupos, delante iban Gordo y Chema, guiados por el barco y más atrás Yoryú y Josito, guiados por la barca de apoyo, con el agua, los plátanos y las gominolas.


A doscientos metros de la costa Chano informa a Gordo y Chema que la corriente es inapreciable y les indica que vayan a tocar tierra mientras él irá en busca de Yoryú y Josito, que tendrán que tocar tierra en otro lugar desplazados por la corriente. Así Gordo y Chema tocan finalmente tierra en un lugar de fácil acceso, lleno de anémonas pero sin mejillones que corten los pies. A la llegada unos chavales marroquíes que pasaban la mañana en la playa se acercaron con cara de alucine, nos felicitaron y se hicieron una foto con nosotros. Más alucinados estábamos nosotros que después de casi cinco horas conseguimos llegar a la costa africana. Después de las fotos de rigor, nos echamos al agua y nos subimos a la lancha en la que iban Jesús y María Ángeles, que habían venido a buscarnos. Yoryú y Josito tocaron tierra a unos doscientos metros al este. Al final nos tiramos todos al agua para celebrar el éxito conseguido, un cruce complicado y en el que, como dijo Josito, “el mar no nos regaló nada”.


Finalizamos la travesía en un total de 4 horas y 53 minutos, Chema, 4 horas y 57 minutos, Gordo, y 5 horas y 8 minutos, Josito y Yoryú, en un lugar conocido como Punta Almansa, después de recorrer más de 20 kilómetros (11 millas náuticas) y con una trayectoria, como luego comprobaríamos en la carta náutica, prácticamente en línea recta desde la isla de Tarifa, aunque no tan directa como los otros cruces que realizó Chema y que terminó en Punta Cires.


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El éxito es resultado del trabajo en equipo: una planificación impecable por parte de Rafa, la ejecución perfecta por parte de Chano, el patrón de la barca, y Jesús, el conductor de la lancha de apoyo, los ánimos de María Ángeles, la gran compenetración del grupo de nadadores y el fruto de tantas horas de entrenamiento, dirigidos por Ángel y Raúl, del Club Ecosport Triatlón de Alcobendas, en el caso de Yoryú y Chema, y Miguel, del Club de Natación Valle del Kas, en el caso de Josito.